Todos nos enfadamos de vez en cuando. Lo importante es qué hacemos cuando nos enfadamos. Algunos niños se enfadan con mucha facilidad. A veces se enfadan tanto que pierden el control, comportándose de formas que son inaceptables, dando portazos, rompiendo cosas, haciendo daño a otros y hasta a sí mismos. Los niños tienen derecho a expresar sus sentimientos, incluso los de enfado, pero no está bien que un niño haga cosas que traspasen los límites. La mayoría de los niños no quieren comportarse de ese modo pero les resulta muy difícil controlar su enfado.
Como la mayoría hemos jugado con un cachorrito de perro fuera de control, podemos utilizar esta imagen para que el niño comprenda que su genio es como un cachorro que está en su interior y que él con paciencia puede enseñarlo para que crezca como un magnífico perro en control. El cachorrito necesita aprender algunas normas porque está ocasionando muchos problemas.
Como medida preventiva, es importante hacer deporte o participar en actividades que requieran un gasto energético importante para que el niño saque toda aquella energía sobrante.
Esto puede hacer el niño cuando experimenta un momento de explosión emocional:
Cuando sientas que te estás enfadando sal del lugar y vete a un lugar en el que puedas estar solo y te de paz. Puedes decir, “necesito estar solo.”
Un lugar en donde estés tranquilo puede ser tu habitación. Es importante que los demás respeten este tiempo de soledad y no interrumpan.
Realiza respiraciones completas y profundas. Pregúntanos y te enseñaremos a hacerlas.
Piensa en las consecuencias de “explotar” cuando te enfades.
Saca tu enfado: Para esto puedes bailar con tu música preferida, puedes escribir lo que pasó y que te enfadó, o si no quieres escribir, puedes dibujar lo que sucedió y pintarlo utilizando los colores que mejor expresen lo que sientes.
Cambia de estado de ánimo pensando en cosas agradables para ti.
Cuando tu estado de ánimo haya cambiado, expresa con palabras lo que sientes y por qué. Por ejemplo, “no me gusta recoger los juguetes porque pierdo tiempo para hacer otras cosas”. Es importante explicarle al niño que por el hecho de hablar de lo que siente no se librará de tener que cumplir con sus obligaciones. En algunos casos, se podrá llegar con él a un acuerdo en donde la obligación se le haga menos pesada. Los niños deben aprender a defender sus puntos de vista con calma, sin perder los estribos. Cuando lo hagan, significará que ha aprendido a controlar a ese cachorrito descontrolado que lleva dentro.