Por un lado queremos que nuestros hijos no sean violentos, pero por otro lado no queremos que los demás abusen de ellos. Para que los niños reaccionen con ese punto intermedio, que es el ideal, tienen que tener habilidades emocionales y sociales. Tenemos que enseñarles estrategias ante los comportamientos abusivos.
Busca tiempo para escuchar a tus hijos. Escucharles es ratificarles que son importantes para ti, no dejes de hacerlo. Después de escuchar es importante preguntar cómo se sienten, buscando así entenderlos mejor y que se sientan entendidos. No emitas juicios de valor ante lo que te cuentan hasta que tengas toda la información. Lo más prudente es esperar a tener toda la información para luego poder dialogar con más argumentos. De esa manera nuestros hijos se sentirán libres de contarnos lo que les pasa, ellos saben que reaccionarás con tranquilidad ante cualquier cosa que te cuenten.
Trasmitir una excesiva preocupación no ayudará. Muéstrate tranquilo y plantéale una solución según su edad, hablar con la maestra, darle estrategias para que reaccione cuando le molesten, etc.
Busca ayuda profesional si notas que se dan cambios en su conducta, si está triste, desganado, si no quiere ir al colegio o muestra conductas que te hagan sospechar que pasa algo.
Explícale a tu hijo que la persona que agrede es una persona con problemas, que detrás de esa conducta hay una persona insegura que se escuda en dar miedo para resolver sus problemas. De esta manera, tu hijo verá al agresor como alguien con problemas y no como a alguien que hay que temer.
Enséñale a tu hijo estrategias para contrarrestar las burlas del agresor. La principal idea que hay que trasmitirle es que la indiferencia es un arma muy poderosa, ya que el agresor con las burlas lo que busca es que el burlado reaccione. Si no se reacciona, el agresor perderá interés.
Ante las agresiones físicas hay que reaccionar buscando ayuda. Es importante enseñarles a nuestros hijos que lo más efectivo es buscar la ayuda de un adulto. Para que esto se dé con efectividad tenemos que motivar al niño o niña a hacerlo, comunicar al colegio que se le está motivando en este sentido y que se espera que los adultos acogerán al niño con respeto y aportarán estrategias para eliminar el problema.
Si alguna vez el niño se defiende a golpes hay que escucharle para entender lo ocurrido. Seguidamente, hay que explicarle que la agresividad no es lo más apropiado y que hay otras formas mucho más efectivas que realmente evitarán que las agresiones continúen.
Por último, tenemos que recordar que los padres y madres somos los primeros modelos de nuestros hijos y que ellos aprenden de lo que hacemos y no de lo que decimos. Por lo tanto, estemos atentos a cómo resolvemos los conflictos y cómo defendemos nuestros derechos. Los niños aprenden de lo que ven y especialmente de lo que ven hacer a su padre y a su madre.